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Canción de Cuna - The End.
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Canción de Cuna - The End.
Canción de Cuna.
Siento que lentamente la vida se escapa entre mis dedos. Esperanza ya es una mujer echa y derecha que se ha casado con un buen hombre que la ama tanto como yo. Creo que ha aprendido a amarla aún más atravez del tiempo, si uno viera a ese chico cuando la mira no dudaría ni un momento en darse cuenta que esta locamente enamorada de ella. Me hacen remontar a esas cálidas primaveras con Hoppy. Veo en ellos el amor que mantuve hasta el día de hoy a mi esposa, ese brillo en sus ojos que derrite cualquier maldad del mundo.
La llegada de Cleopatra fue una alegría para la familia, llego en Septiembre con el aroma de las flores a pleno renacer. Es una niña bellicima, posee esos ojos color miel que tiene su madre, una sonrisa tierna e inocente y sus rizos bermejo que brillan débilmente a la luz del sol. Creo que han acertado con su nombre ya que posee una energía admirable, es terca y orgullosa tal cual sus padres; se que esa niña llegará muy lejos. Ahora solo tiene tres años y a pesar de que aún no sabe hablar bien cada vez que me mira y me dice "Bobe" se me achuchara el corazón de cariño. Ojala ella estuviese aquí para ver a nuestra nieta, se sentiría tan orgullosa de Esperanza y de todo sus logros, aún que se que desde donde nos este mirando siente orgullo por ella y por mi, por haber salido adelante luego de que ella partió, por la fuerza que puse en criar a nuestra hija y más que nada por haberme mantenido de pie todo estos largos años sin ella.
Ahora no me queda nada más por vivir, solo deseo que tenga una vida prospera y larga, que pueda amar a su marido eternamente y que jamás deba derramar una lagrima enbano. Que disfrute a su hija como yo lo hice con ella, Que goce aquellos pequeños momentos los cuales al final de la vida son los que más cuenta, que ría, que saboree, que imagine, que sueñe .. Me siento satisfecho con la vida que tengo, a pesar de los golpes ya puedo partir en paz, porque se que dejo a mi pequeña pero humilde familia en buenas manos.
17 de Abril.
Aquel diecisiete de Abril me lleve, quizás, la sorpresa más grande de mi vida, por no decir la peor. Eran pasadas las cuatro de la tarde y estaba ayudando a la pequeña Cleo a pintar con temperas un dibujo de un oso con un corazón en su estomago. Ella reía porque al mezclar los colores en una paleta de plástico aparecían otros mágicamente. Se imaginaran que estaba toda cubierta de tempera roja, el suelo también y la mesa. No me preocupaba ya que ella lo estaba disfrutando mucho así que decidí dejarla. El sol entraba por la ventana de la cocina bañando el cuarto completamente, el cabello de Cleo se veía brillante y fuerte mientras se meneaba al son de mi hija.
Me levante de la silla para tomar el teléfono que estaba a unos pasos, disque el numero de mi padre y deje que sonara. Cuando vio mi acción ella me pregunto " ¿Llamas al bobe?", a lo cual asentí ligeramente con una sonrisa en mis labios, ella me la correspondió y siguió pintando alegremente. Nadie atendió, volvió a marcar el numero y espere pero nada sucedió; comencé a asustarme. La verdad era que mi padre ya era un hombre mayor, él siempre atendía el teléfono pero parecía que aquel día no. Pensé que podía estar ocupado y volví a llamar más tarde pero no atendió nadie. Ya algo asustada llame a Charly, mi esposo, para ver donde estaba, cinco minutos después entro por la puerta del frente. Le conté mientras se sacaba su ropa de trabajo mi preocupación, él también se preocupo y me indico que fuera que él se quedaba con Cleo. Sin pensarlo tome las llaves de mi coche y salí a paso apresurado.
Deje mis preocupaciones a un lado y maneje con cautela, rodee la vieja manzana de mi casa y aparque en la entrada de mi hogar. Llame dos veces a la puerta principal y espere, poseía una llame de la casa pero no deseaba utilizarla. Pasaron cinco, diez minutos y nada. Saque las llaves y entre. La casa estaba a oscuras, no había ninguna luz encendida. Llame a mi padre en voz alta pero nadie respondió, solo escuche el seco eco de mi voz. Fui a su oficina, a la cocina pero no encontré a nadie. ¿Donde se había metido? Pensé que quizás había salido pero no estaba muy segura. Mi padre, como buen terco que era, se había rehusado a aceptar el móvil que le había regalado diciendo que era demasiado tecnológico para él. Estaba por marcharme cuando una ultima esperanza de encontrarlo corrió por mi cuerpo, subí al segundo piso y entre a su habitación.
Todos preguntarán ¿Lo encontraste? Si, lo encontré. Yacía sobre su cama, tapado con una manta celeste tranquilo, sin moverse. No noté en el momento que su pecho no se movía de arriba a bajo por lo que me acerque a él y lo moví suavemente con la intención de despertarlo pero luego caí en la cuenta de que nos había dejado. Lloré a su lado un buen rato hasta que tome valor y llame a Charly para darle la noticia. No me sentía triste si no nostálgica, creía que se había ido en paz y que pronto se reuniría con mi madre que se había marchado tan joven, ahora podían disfrutar de su amor eterno el cual se les había negado tanto tiempo atrás; ahora podrían ser realmente felices.
Charly acudió a la casa lo más rápido que pudo, por supuesto no llevo a Cleo con él. Los preparativos para el velorio fueron rápidos y eficaces. Acudió muchísima gente, mi padre era un hombre querido y allí se podía ver. Volví a llorar abrazada a mi tío al verle, él acarició mi cabello con serenidad mientras me susurraba al oído "Querida tu padre ha dado su vida por ti, no llores mi niña, él no desearía que lloraras. Ahora él esta con ella y eso cierra su vida en una perfección eterna". Esas palabras quedaron grabadas en mi mente por toda la vida. Ese día fue el más largo que tuve, luego de haber enterrado a mi padre junto a la tumba de mi madre todos nos marchamos a nuestras respectivas casas para poder descansar.
Una semana después.
Aún extrañaba la presencia de mi padre, se me hacía extraño levantarme por las mañanas y no recibir ni una llamada suya. Cleo se veía muy apagada desde que le habíamos dicho lo sucedido, lloro durante tanto tiempo que me sentí impotente por no poder ayudarla para que se sintiera mejor. Otro de los afectados fue Charly, con el tiempo le había tomado un aprecio enorme a mi padre, más que nada por haber salido adelante cuando mi madre falleció, él lo admiraba como hombre y deseaba poder convertirse en una persona así, aunque no estaba muy lejos de conseguirlo. La atmósfera de la casa era tensa pero intentábamos ablandarla con cosas pequeñas, por las mañanas desayunábamos todos juntos y cada uno sacaba un tema para distraernos, por las tardes mientras Charly trabajaba colocaba unos discos viejos de música y bailábamos, pintábamos o simplemente disfrutábamos del sol fuera de la casa.
El jueves ya no pude postergar más la limpieza de la casa y deje a Cleo con su abuelo. Ver nuevamente la calle, la puerta me trajo un escalofrió en el cuerpo, allí si sentía la presencia de mi padre, fuerte y plena. Abrí toda las ventanas para que el aire corriera, entre a su despacho por el cual había decidido comenzar, me senté en su sillón de cuerina negra y abrí los cajones. En los primeros dos encontré papeles sin importancia, en el tercero cosas de oficina y en el cuarto encontré algo muy interesante. Un cuaderno forrado con un papel rojo oscuro estaba allí, me llamo la atención su color ya que era mi color favorita desde pequeña. Cuando comencé a leer lo que estaba allí dentro se me llenaron los ojos de lagrimas y se me cayo el alma al suelo. Todo aquellos años, aquellas situaciones, todas ellas las había escrito mi padre, como un diario intimo. Leer sucesos que ni yo misma recordaba dibujo una nostálgica sonrisa en mis labios; jamás me había dicho nada de ese libro.
Siento que mi padre me ha dejado este libro como una herencia, nuestra familia fue golpeada con desgracias pero siempre pudimos retomar las riendas y seguir adelante. Federico Williams fue una persona admirada, respetada y con la fuerza de un león. Crió a su hija más allá de haber perdido una esposa, solo por verla crecer. Cuando creyó haber visto todo lo que debía partió hacía el cielo para encontrarse con la mujer que amo siempre. Ahora, yo, Esperanza Williams seguiré los pasos de mi padre escribiendo mis memorias en este libro tal cual lo hizo él.
Su tinta se abra marchitado pero como su sucesora humedeceré mi pluma y seguiré con lo que inició mi padre hace cuarenta años atrás.
Siento que lentamente la vida se escapa entre mis dedos. Esperanza ya es una mujer echa y derecha que se ha casado con un buen hombre que la ama tanto como yo. Creo que ha aprendido a amarla aún más atravez del tiempo, si uno viera a ese chico cuando la mira no dudaría ni un momento en darse cuenta que esta locamente enamorada de ella. Me hacen remontar a esas cálidas primaveras con Hoppy. Veo en ellos el amor que mantuve hasta el día de hoy a mi esposa, ese brillo en sus ojos que derrite cualquier maldad del mundo.
La llegada de Cleopatra fue una alegría para la familia, llego en Septiembre con el aroma de las flores a pleno renacer. Es una niña bellicima, posee esos ojos color miel que tiene su madre, una sonrisa tierna e inocente y sus rizos bermejo que brillan débilmente a la luz del sol. Creo que han acertado con su nombre ya que posee una energía admirable, es terca y orgullosa tal cual sus padres; se que esa niña llegará muy lejos. Ahora solo tiene tres años y a pesar de que aún no sabe hablar bien cada vez que me mira y me dice "Bobe" se me achuchara el corazón de cariño. Ojala ella estuviese aquí para ver a nuestra nieta, se sentiría tan orgullosa de Esperanza y de todo sus logros, aún que se que desde donde nos este mirando siente orgullo por ella y por mi, por haber salido adelante luego de que ella partió, por la fuerza que puse en criar a nuestra hija y más que nada por haberme mantenido de pie todo estos largos años sin ella.
Ahora no me queda nada más por vivir, solo deseo que tenga una vida prospera y larga, que pueda amar a su marido eternamente y que jamás deba derramar una lagrima enbano. Que disfrute a su hija como yo lo hice con ella, Que goce aquellos pequeños momentos los cuales al final de la vida son los que más cuenta, que ría, que saboree, que imagine, que sueñe .. Me siento satisfecho con la vida que tengo, a pesar de los golpes ya puedo partir en paz, porque se que dejo a mi pequeña pero humilde familia en buenas manos.
17 de Abril.
Aquel diecisiete de Abril me lleve, quizás, la sorpresa más grande de mi vida, por no decir la peor. Eran pasadas las cuatro de la tarde y estaba ayudando a la pequeña Cleo a pintar con temperas un dibujo de un oso con un corazón en su estomago. Ella reía porque al mezclar los colores en una paleta de plástico aparecían otros mágicamente. Se imaginaran que estaba toda cubierta de tempera roja, el suelo también y la mesa. No me preocupaba ya que ella lo estaba disfrutando mucho así que decidí dejarla. El sol entraba por la ventana de la cocina bañando el cuarto completamente, el cabello de Cleo se veía brillante y fuerte mientras se meneaba al son de mi hija.
Me levante de la silla para tomar el teléfono que estaba a unos pasos, disque el numero de mi padre y deje que sonara. Cuando vio mi acción ella me pregunto " ¿Llamas al bobe?", a lo cual asentí ligeramente con una sonrisa en mis labios, ella me la correspondió y siguió pintando alegremente. Nadie atendió, volvió a marcar el numero y espere pero nada sucedió; comencé a asustarme. La verdad era que mi padre ya era un hombre mayor, él siempre atendía el teléfono pero parecía que aquel día no. Pensé que podía estar ocupado y volví a llamar más tarde pero no atendió nadie. Ya algo asustada llame a Charly, mi esposo, para ver donde estaba, cinco minutos después entro por la puerta del frente. Le conté mientras se sacaba su ropa de trabajo mi preocupación, él también se preocupo y me indico que fuera que él se quedaba con Cleo. Sin pensarlo tome las llaves de mi coche y salí a paso apresurado.
Deje mis preocupaciones a un lado y maneje con cautela, rodee la vieja manzana de mi casa y aparque en la entrada de mi hogar. Llame dos veces a la puerta principal y espere, poseía una llame de la casa pero no deseaba utilizarla. Pasaron cinco, diez minutos y nada. Saque las llaves y entre. La casa estaba a oscuras, no había ninguna luz encendida. Llame a mi padre en voz alta pero nadie respondió, solo escuche el seco eco de mi voz. Fui a su oficina, a la cocina pero no encontré a nadie. ¿Donde se había metido? Pensé que quizás había salido pero no estaba muy segura. Mi padre, como buen terco que era, se había rehusado a aceptar el móvil que le había regalado diciendo que era demasiado tecnológico para él. Estaba por marcharme cuando una ultima esperanza de encontrarlo corrió por mi cuerpo, subí al segundo piso y entre a su habitación.
Todos preguntarán ¿Lo encontraste? Si, lo encontré. Yacía sobre su cama, tapado con una manta celeste tranquilo, sin moverse. No noté en el momento que su pecho no se movía de arriba a bajo por lo que me acerque a él y lo moví suavemente con la intención de despertarlo pero luego caí en la cuenta de que nos había dejado. Lloré a su lado un buen rato hasta que tome valor y llame a Charly para darle la noticia. No me sentía triste si no nostálgica, creía que se había ido en paz y que pronto se reuniría con mi madre que se había marchado tan joven, ahora podían disfrutar de su amor eterno el cual se les había negado tanto tiempo atrás; ahora podrían ser realmente felices.
Charly acudió a la casa lo más rápido que pudo, por supuesto no llevo a Cleo con él. Los preparativos para el velorio fueron rápidos y eficaces. Acudió muchísima gente, mi padre era un hombre querido y allí se podía ver. Volví a llorar abrazada a mi tío al verle, él acarició mi cabello con serenidad mientras me susurraba al oído "Querida tu padre ha dado su vida por ti, no llores mi niña, él no desearía que lloraras. Ahora él esta con ella y eso cierra su vida en una perfección eterna". Esas palabras quedaron grabadas en mi mente por toda la vida. Ese día fue el más largo que tuve, luego de haber enterrado a mi padre junto a la tumba de mi madre todos nos marchamos a nuestras respectivas casas para poder descansar.
Una semana después.
Aún extrañaba la presencia de mi padre, se me hacía extraño levantarme por las mañanas y no recibir ni una llamada suya. Cleo se veía muy apagada desde que le habíamos dicho lo sucedido, lloro durante tanto tiempo que me sentí impotente por no poder ayudarla para que se sintiera mejor. Otro de los afectados fue Charly, con el tiempo le había tomado un aprecio enorme a mi padre, más que nada por haber salido adelante cuando mi madre falleció, él lo admiraba como hombre y deseaba poder convertirse en una persona así, aunque no estaba muy lejos de conseguirlo. La atmósfera de la casa era tensa pero intentábamos ablandarla con cosas pequeñas, por las mañanas desayunábamos todos juntos y cada uno sacaba un tema para distraernos, por las tardes mientras Charly trabajaba colocaba unos discos viejos de música y bailábamos, pintábamos o simplemente disfrutábamos del sol fuera de la casa.
El jueves ya no pude postergar más la limpieza de la casa y deje a Cleo con su abuelo. Ver nuevamente la calle, la puerta me trajo un escalofrió en el cuerpo, allí si sentía la presencia de mi padre, fuerte y plena. Abrí toda las ventanas para que el aire corriera, entre a su despacho por el cual había decidido comenzar, me senté en su sillón de cuerina negra y abrí los cajones. En los primeros dos encontré papeles sin importancia, en el tercero cosas de oficina y en el cuarto encontré algo muy interesante. Un cuaderno forrado con un papel rojo oscuro estaba allí, me llamo la atención su color ya que era mi color favorita desde pequeña. Cuando comencé a leer lo que estaba allí dentro se me llenaron los ojos de lagrimas y se me cayo el alma al suelo. Todo aquellos años, aquellas situaciones, todas ellas las había escrito mi padre, como un diario intimo. Leer sucesos que ni yo misma recordaba dibujo una nostálgica sonrisa en mis labios; jamás me había dicho nada de ese libro.
Siento que mi padre me ha dejado este libro como una herencia, nuestra familia fue golpeada con desgracias pero siempre pudimos retomar las riendas y seguir adelante. Federico Williams fue una persona admirada, respetada y con la fuerza de un león. Crió a su hija más allá de haber perdido una esposa, solo por verla crecer. Cuando creyó haber visto todo lo que debía partió hacía el cielo para encontrarse con la mujer que amo siempre. Ahora, yo, Esperanza Williams seguiré los pasos de mi padre escribiendo mis memorias en este libro tal cual lo hizo él.
Su tinta se abra marchitado pero como su sucesora humedeceré mi pluma y seguiré con lo que inició mi padre hace cuarenta años atrás.
Sam Williams- Gryffindor
- Mensajes : 734
GALEONES : 5094
Fecha de inscripción : 17/07/2010
Re: Canción de Cuna - The End.
Siempre perfecto <3
Adoro como escribes, como narras la historia.. en fin.. adoro todo de ti.
Grande, Sam!
Adoro como escribes, como narras la historia.. en fin.. adoro todo de ti.
Grande, Sam!
Ginny Weasley- Gryffindor
- Mensajes : 665
GALEONES : 4783
Fecha de inscripción : 18/07/2010
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